Nací en el seno de una familia marcada a fuego con los estigmas producidos por quienes provocaron la masacre más inhumana e irracional, de la fatídica guerra civil española que siguió al golpe militar de 1936.
Desde mi más tierna infancia fui conociendo todo cuanto mis padres y otras muchísimas familias de nuestro pueblo habían sufrido durante los años de la guerra y seguían sufriendo todavía en la posguerra.
Mi padre, paralítico desde que yo tenía tres años y medio, era visitado por numerosas personas, en su mayoría víctimas de la guerra, en cuyas conversaciones trataban sobre todo lo acaecido.
Así fuimos conociendo esta tragedia, abrigando en nuestro corazón un gran cariño hacía todos ellos; sobre todo, hacía quienes fueron vilmente asesinados, los más jóvenes de nuestras familias.
Entre los más niños, que en algunos casos ni habíamos conocido aquellos hechos, iban grabándose las tragedias que nuestros mayores padecieron, y al llegar a cierta edad las preguntas y respuestas nos aclararon lo sucedido: la violencia de la guerra y los asesinatos de muchos de nuestros familiares y de otros tantos vecinos.
Me propongo escribir de forma especial la vida de aquellos hombres y mujeres de nuestro pueblo que fueron víctimas inocentes de toda aquella barbarie.
Conocimos los nombres de las víctimas y de sus asesinos y los responsables. Es fácil dar a conocer uno por uno a los responsables directos de aquella tragedia, más por cariño a nuestros familiares, emparentados numerosas veces con los propios verdugos, o descendientes de éstos, no pondré el nombre de los asesinos para no provocar enfrentamientos, ni heridas nuevas en quienes fueron víctimas o en sus familiares.
Nuestros mayores en general nos inculcaron que «los hijos no tienen la culpa de lo que hicieron sus padres, hermanos o abuelos» por lo que no daré sus nombres, aunque sí sus malas acciones.
No obstante, sabemos muy bien que si tuvieran la ocasión de volver a repetir lo que hicieron sus mayores, más de cuatro, sin lugar a dudas, habían de ser iguales y aún peores; pero no todos los descendientes de los asesinos de nuestros familiares son iguales que ellos.
He titulado este libro Operación Retorno en recuerdo de todos los que trabajamos para conseguir la vuelta a casa de los restos de nuestros familiares, pues con ese nombre denominamos a los trabajos de todo tipo que llevamos a cabo para poder rescatarlos de las entrañas de la tierra en la que fueron enterrados y posteriormente abandonados.